Figurese que usted camina por una tranquila calle provinciana,es una calurosa tarde de agosto. la calle se halla dividida en dos por la linea que separa la sombra del sol.
Sigue usted andando por la acera inundada de luz y su sombra camina con usted, casi a su lado, usted la ve, partida en dos por el ángulo que forman las paredes blancas con la acera.
Siga suponiendo... haga un esfuerzo... de pronto, esa sombra que me acompaña desaparece...
No cambia de lugar. No pasa detrás de usted porque haya cambiado de dirección. Digo bien: Desaparece.
Y he aquí que usted se encuentra en la calle, de repente, sin sombra. Se da usted la vuelta y no la encuentra. Mira a sus pies y sus pies emergen de un charco de luz. Las casas, al otro lado de la calle, continúan con su sombra fresca. dos hombres pasan charlando impasiblemente y su sombra los precede, adaptándose a su cadencia, haciendo exactamente los mismo gestos que ellos. Hay un perro al borde de la acera. Y también tiene sombra.
Entonces, usted se para. Su cuerpo, bajo sus manos, posee la misma consistencia de otros días. Da usted unos pasos rápidamente y se para en seco. Se hecha a correr. Sigue sin encontrarla. Da usted media vuelta y no hay ninguna mancha oscura sobre los adoquines brillantes de la acera.
GEROGES SIMENON
Carta a mi juez
Extraido de, "Entre la soledad y el Amor" Alfredo Bryce Echenique.
Sigue usted andando por la acera inundada de luz y su sombra camina con usted, casi a su lado, usted la ve, partida en dos por el ángulo que forman las paredes blancas con la acera.
Siga suponiendo... haga un esfuerzo... de pronto, esa sombra que me acompaña desaparece...
No cambia de lugar. No pasa detrás de usted porque haya cambiado de dirección. Digo bien: Desaparece.
Y he aquí que usted se encuentra en la calle, de repente, sin sombra. Se da usted la vuelta y no la encuentra. Mira a sus pies y sus pies emergen de un charco de luz. Las casas, al otro lado de la calle, continúan con su sombra fresca. dos hombres pasan charlando impasiblemente y su sombra los precede, adaptándose a su cadencia, haciendo exactamente los mismo gestos que ellos. Hay un perro al borde de la acera. Y también tiene sombra.
Entonces, usted se para. Su cuerpo, bajo sus manos, posee la misma consistencia de otros días. Da usted unos pasos rápidamente y se para en seco. Se hecha a correr. Sigue sin encontrarla. Da usted media vuelta y no hay ninguna mancha oscura sobre los adoquines brillantes de la acera.
GEROGES SIMENON
Carta a mi juez
Extraido de, "Entre la soledad y el Amor" Alfredo Bryce Echenique.
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